LAS ZAPATILLAS DE BALLET.

09.11.2019

   Como colgadas en una pared, las zapatillas de ballet descansan tras unas largas horas de ensayo. Las cintas, que fuertemente se abrazan a la pierna para una ejecución segura de la danza, aún conservan su forma y, si éstas no fueran de acero, quizás hasta su calor. 

    No parecen muy usadas todavía, aunque en la puntera se adivina el desgastado color que su uso va dejando y cómo los pespuntes, que unen las fuertes costuras, se van abriendo, perdiendo poco a poco su forma y su continuidad.                                                                                                         En la suela, como todo calzado de calidad, aparece la firma del autor que pone de manifiesto la autenticidad de su elaboración, hechas a mano, con todo el rigor y el amor que se pone cuando sabes que lo que haces es algo único y de mimada ejecución, lo que permitirá cuando se le dé el uso adecuado, disfrutar de un espectáculo elegante y estilizado.                                                      

   Cada bailarina tiene un pie único y, en este caso, las zapatillas parecen hechas a medida, para un pie rotundo, cuyos largos dedos, apoyados sobre la reforzada puntera, darán al cuerpo una apariencia liviana, así como el suficiente impulso que le permitirá describir majestuosas piruetas y elegantes saltos, sin apenas rozar el suelo. La forma ovalada de las zapatillas, además de adaptarse al pie, le aporta un valor de protección por su forma envolvente, ya que, detrás del trabajo de puntas, hay, además de un duro entrenamiento, un gran esfuerzo físico y técnico por parte de la bailarina. En la parte superior de la zapatilla aparece un cordón cuyas puntas se cruzan formando una coqueta lazada que les aporta un distinguido toque de feminidad.

   Las zapatillas descansan en un cuidado desorden, una sobre otra, la izquierda sobre la derecha, es decir, lo espiritual sobre lo material ya que, tanto la danza, como la música que la acompaña, se unen en un todo, haciendo elevar la conciencia a un estado casi etéreo.                                           


   La finalidad de la música creada para la danza es realzar el movimiento. La música proporciona los elementos que los bailarines necesitan para apoyarse, expresar y comunicar sentimientos. Así, por ejemplo, aunque existen distintos elementos que convergen entre danza y música, el ritmo es uno de los más importantes, ya que el bailarín lo incorpora a su propio ritmo interno, coordinándose ambos para conseguir una base firme en el movimiento, indicando así el impulso de salida, el punto culminante de la coreografía o marcando el momento final del movimiento.                                                                                                                                    

   En la danza la finalidad última sin duda, es la comunicación. La danza nace con la propia humanidad y aparece en todas las sociedades, ya que, aunque no se apoya en un lenguaje verbal, el hombre ha expresado con su cuerpo, antes de hacerlo de otra forma, sus emociones y sentimientos. Así, entre las primeras culturas, la danza surge para expresar las necesidades vitales: necesidad de alimento (caza, recolección...), de tipo social (galanteo, matrimonio, guerra...) o sentido de culto. Y en este último aspecto, la danza era el principal instrumento comunicativo empleado por magos y chamanes para relacionarse con las divinidades y las fuerzas sobrenaturales, en espera de ayuda y protección.

   Es así como, poco a poco, se fueron configurando los diversos tipos de danzas, sin perder nunca el carácter colectivo.                                                                                                                                

En las culturas africanas las danzas tradicionales están íntimamente relacionadas con las fases de la tierra (cambio de estaciones, desgracias naturales,...) y con las fases de la vida (nacimiento, iniciación, matrimonio, muerte,...). Casi siempre se baila descalzo, pues el contacto con la tierra es fundamental. La tierra representa los ancestros, y es honrada por ser el sustento y madre de todo lo que existe.  

En el antiguo Egipto ya existían las danzas astronómicas en honor del dios Osiris. El carácter religioso y profundamente simbólico, de alto contenido espiritual, fue también común a la danza oriental y se muestra aún patente en las danzas tradicionales de los pueblos asiáticos.  

En la Grecia clásica, la danza apareció con frecuencia vinculada a los juegos, sobre todo a los olímpicos, donde se hacía patente el equilibrio de músculos y articulaciones, de respiración y circulación,  conjugándose en ese equilibrio el juego y la danza.

En el ámbito romano, los ritos religiosos en los que el baile constituía un elemento principal se iniciaron a la manera de los griegos, aunque con el tiempo fueron degenerando para convertirse en las llamadas danzas orgiásticas, que eran características de las fiestas de Baco, las bacanales. Con la aparición y consolidación del cristianismo se produjo una radical remisión de este tipo de manifestaciones.                                                                                                

En épocas posteriores ( Época Medieval y Edad Moderna) la danza fue abandonando su cariz místico y religioso, al menos en occidente, y se fue estructurando sobre todo,  atendiendo a las diferencias sociales, como diversión por su carácter festivo, popular y folclórico, o como espectáculo atendiendo a sus valores estéticos y visuales favoreciendo, sobre todo, la aparición de una danza de carácter teatral, el ballet, caracterizada por una clara diferenciación entre espectador y bailarín, el cual, haciéndose dueño del espacio, es el centro de atención. Él y la música logran entablar un diálogo mágico que puede hacer alcanzar el éxtasis de quienes lo contemplan.

En cuanto al reino animal, la danza también tiene un papel relevante a la hora de la comunicación incluyéndose danzas para el cortejo, (cisne, avestruz, cacatúas, delfines, caballito de mar, caballos, elefantes...); de defensa, como es el caso de ciertos insectos y serpientes; o de alimentación, mediante las cuales insectos como hormigas y abejas son capaces de indicar con exactitud la distancia a la que se encuentra la fuente de alimento e incluso la cantidad.

Los beneficios de la danza son muchos ya que además de proporcionar un efecto físico, mejorando nuestro cuerpo y nuestra salud física, la danza tiene efectos psicológicos, pues a través de ella los sentimientos y las ideas se pueden expresar y comunicar, alivia el estrés mental y la ansiedad, y mejora nuestra autoestima. Compartir el ritmo y los movimientos hace que se fomenten las relaciones sociales ya que nos obliga a interactuar continuamente con otras personas.

        LAS ZAPATILLAS DE BALLET DESCANSABAN, TRAS UN LARGO ENSAYO...

Las zapatillas de ballet descansaban, tras un largo ensayo de la tarde anterior, colgadas de sus largas cintas de seda. El vestuario aún permanecía en silencio, bañado únicamente por la suave luz que se colaba por los grandes ventanales del teatro, mezcla del resplandor de la propia luz de la ciudad y del amanecer, lo cual creaba en el interior una combinación de colores que invocaba a la magia. Mañana sería el estreno y en el escenario estaban preparados los diversos decorados de llamativos colores y un lugar preferente para la orquesta desde donde la música resonaba con una acústica perfecta. 

En el vestuario algo alteró el silencio. Unos pequeños pasitos se oyeron corretear por aquí y por allá, y las zapatillas de ballet, como provistas de un resorte, saltaron de sus perchas y se colocaron en formación. Las cintas de seda estaban enhiestas, semejando lanzas, 


y las zapatillas, a modo de escudo, protegían, con decisión, los delicados trajes de las bailarinas, cuyos tutús llenos de hermosas piedras de cristal, semejantes a diamantes, temblaban como si la danza hubiera comenzado. Frente a ellas, sentados sobre sus colas, cinco descontentos y aburridos ratones se proponían divertirse un rato entre los pliegues de los adornados tutús.   

Frente a ellas, sentados sobre sus colas, cinco descontentos y aburridos ratones se proponían divertirse un rato entre los pliegues de los adornados tutús.  

Cuando los ratones bajaron las manos y el cuerpo para pasar entre las zapatillas, las cintas se abalanzaron sobre ellos y, haciendo una fuerte lazada, los inmovilizaron, frenando así su avance. Tres de los ratones fueron lanzados de un fuerte puntapié lejos de los trajes, y asustados, huyeron rápidamente. Sin embargo, los otros dos, con un ágil movimiento de sus cabezas, consiguieron aflojar las cintas y, esquivando los puntapiés de las desconcertadas zapatillas de ballet, lograron llegar hasta los ondulados tutús perdiéndose entre sus suaves y perfumados pliegues. Cuando estos se sintieron invadidos, se estremecieron de miedo, pues los afilados dientes de los roedores pronto se clavarían en el suave tul y lo destrozarían, perdiendo sus delicadas formas y haciendo que el día del estreno no pudieran salir a escena para bailar con la pasión y entusiasmo con la que siempre lo hacían.  

Al mismo tiempo, mientras los tutús inmersos en su desesperanza y con sus propósitos más firmes debilitándose, se abandonaban a un desalentador destino, las hermosas piedras brillantes que los adornaban impidieron a los ratones que clavaran sus largos dientes en ellos, haciendo incluso que algunos se partieran en el intento, cual frágil tallo de paja. 

  Junto a la labor de las piedras brillantes, los cordones de las zapatillas de ballet, nuevamente recuperados, volvieron a la carga y, cogiendo a los dos ratones por sus largos rabos, los zarandearon una y otra vez. Los tutús, animados, comenzaron a girar, haciendo que los ratones asustados salieran al exterior. Ante esto, las zapatillas de ballet, con un estudiado cuidado se abalanzaron sobre los persistentes ratones y, dándoles mil puntapiés, los alejaron para siempre del ya iluminado vestuario, pues los dorados rayos de sol, enérgicos y luminosos, se colaban por los grandes ventanales del viejo teatro, haciendo danzar las múltiples partículas de polvo aún soñolientas.

Simbología:

* Tutú:   La Mente,                                                         * Zapatillas de ballet:  Nuestros  Poderosos                                                                                                                                           Objetivos.

* Cintas de Seda o cordones :   Fortaleza Mental.     * Piedras Preciosas:   El Presente.                                

* Ratones:   Pensamientos Negativos y                                                                                                                                Devastadores.