LA VELA Y LAS OPORTUNIDADES

17.10.2014

Eolo, el señor y dios del viento sopla para todos por igual. El viento de la oportunidad y la prosperidad nos envuelve constantemente, aunque pocas veces lo recibamos como tal. Así, lo que para unos puede ser un susurro inapreciable o una molestia, para otros puede ser el principio de un enriquecedor viaje.                                                                                                                  Cuando el viento sopla y nos encontramos en alta mar, el velero de nuestra mente puede replegar sus velas y permanecer en el mismo lugar en espera de un mejor viento, o regresar a puerto, ¡no vaya a ser que el suave viento se convierta en huracán!. Pero si somos de aquellas personas en las que las velas de su nave están constantemente desplegadas, cualquier fina brisa será suficiente para moverla. Y aunque el viento se convierta en tornado, y el barco sea desviado de su ruta no importará, pues si previamente se cartografió en las circunvoluciones cerebrales la ruta a seguir, sólo bastará fijar el rumbo nuevamente, y seguir en la brújula, la aguja imantada pues ésta señala las metas a alcanzar.

 El granito verde que conforma la escultura fue hallado junto a otros muchos restos y recortes de variados colores y texturas, en la escombrera baldía y seca en Villanueva del Duque. El color verde combinado de una forma natural con las vetas negras, evoca la madurez, lo duradero y lo permanente como ocurre en muchas de las manifestaciones de la naturaleza más próxima, tal es el caso de las encinas, el olivo o los cítricos como el naranjo o el limonero cuyas maderas contribuyeron a lo largo de los siglos en la construcción de embarcaciones, mástiles de barcos o estructuras flotantes gracias a su resistencia a la podredumbre y la corrupción. Cuyas copas de verde oscuro, como la vela que hoy día recoge el viento cribado por sus hojas y la mueve en la dirección marcada, nos acompañan desde la infancia, nos acogen de vuelta en la madurez y en la ya no tan lejana vejez cuando la partida sea irrefrenable, nos perfumaran con una blanca y olorosa corona de azahar.

Nota : esta escultura está dedicada a mis hermanas/o con las que navego gustosamente por las agitadas aguas de la creatividad.