LA VELA

30.09.2014

  En el horizonte un velero aparece entre las sombras. Su vela de color oscuro no se aprecia en la distancia. Sólo entre las sombras, relumbra su casco de acero y la silueta recortada de la vela. Henchida ésta, la nave surcará imparable hacia su destino, sin importarle cuantos mares de ojos la contemplen: ardientes, templados, cálidos, fríos, helados o simplemente inexpresivos. En ella el viento de las emociones podrá ser recibido desde distintas posiciones, según quien gobierne el velero en ese momento, ya que la vela es móvil ( puede girar sobre su eje en un ángulo de 365º) , permitiendo expresar así tanto parte de su personalidad como el estado interior de su mar.

  Si la vela se encuentra de frente al observador es decir, paralela al velero, su dueño manifestaría un carácter estable, semejante a la quietud de un lago cuyas aguas reflejaran una luna de cristal, aunque en algunas ocasiones pudiera parecer algo imprevisible, debido a su capacidad para ver los dos lados de un argumento. Ante un conflicto no se posicionará claramente pues prefiere la neutralidad ya que suele ser altamente conciliador y pacificador. Si la apatía y la pereza aparecen las combate con los remos de la perseverancia. Vive el presente, es refinado, inteligente, creativo y le encanta refLexionar y busca ante todo la verdad.



   Si la posición de la vela está sesgada, es decir ligeramente ladeada, la personalidad del propietario correspondería aún carácter cambiante, mudable como las ráfagas de viento que agitan las desnudas veletas. Esta personalidad se corresponde con aquellas personas que no quieren pertenecer a nada, a nadie, ni a ningún lugar. Pueden estar cargados de miedo y necesitar de la autoridad de un guía, y al mismo tiempo pueden llegar a huir de ella. Son almas libres y a la vez fieles y leales ya que gustan de las reglas, de las normas y de la moral. Son creativos, de gran inteligencia asociativa y se lo cuestionan todo. Su mente vuela hacia el futuro y su espíritu está movido por el viento del descubrimiento y el conocimiento.

 Por último si la posición transversal de la vela con respecto al velero es la favorita, el carácter de esa persona está marcado por la lógica. Posee una gran inteligencia motivacional, por lo que siempre desea ir al grano y le encanta comunicar, por lo que suele ser gran diplomático. De una gran actividad y eficiencia que puede traducirse en una amplia vanidad. Sus pensamientos navegan en el pasado, extrayendo deducciones de ellos que le guiaran en el presente hacia el éxito.

   Todo barco necesita de una brújula que indique en mar abierto, la dirección y el rumbo hasta el destino marcado y de un timón que sepa mantener, pese a las circunstancias adversas el rumbo fijado. En la escultura el barco de acero equivaldría a nuestra mente, prodigioso motor , donde todo se crea por primera vez, antes de pasarlo a la realidad. Pero ¡ojo! con lo que embarcamos en la cubierta de nuestro barco, ya que hay "mercancías" llenas de negatividad que podemos dejar estancadas en su bodega y que a la larga, pueden hacer que el barco se desvíe de su ruta, dilapide su inercia original e incluso zozobre. Para que nuestro velero no navegue a la deriva, como las almas cansadas y derrotadas, deberíamos hacer las veces de capitán y tomar el timón de la voluntad y del autodominio ya que si consiguiésemos dominar nuestras pasiones y debilidades dispondríamos de la fuerza mental necesaria para gobernar nuestras vidas.

       

   Una buena forma de navegar sin perder el rumbo es apoyándose en la dirección que marca la aguja imantada de la brújula en forma de metas. Las metas son el punto de partida de la travesía y lograrlas son el propósito de una vida y el secreto para alcanzarlas: fijarse un plazo de tiempo y disfrutar en todo momento del viaje. Pero ¿de qué sirve fijar rumbo y perseguir metas si carecemos del viento de la emoción? Para ello debemos desplegar las velas de la pasión, en este caso de verde oscuro, color que aunque evocador de podredumbre, muerte y vejez, hemos de interpretarlo en sentido positivo como indicador de renovación, de cambio profundo, el final de algo que representaba un obtáculo en nuestra vida. Las velas impulsarán tu velero mediante la energía y el júbilo necesarios para alcanzar tus sueños, dejando atrás la estela de las contrariedades, las frustraciones y el pesimismo que como lastre se irán hundiendo en las frías aguas del pasado.

  CERCANA A LA CARRETERA, ENTRE...

  Cercana a la carretera, entre las encinas y el trigal, grandes  piedras de granito hacían las veces de mesa. Casi todas las tardes mi madre nos llevaba a mis hermanas y a mí a degustar el oloroso pan de hogaza y la deliciosa jícara de chocolate . El trigo de color verde eléctrico, ese verde emergente, nuevo y reluciente que para finales de mayo alcanzaría el tono amarillento de su madurez, nos arropaba mientras jugábamos a escondernos entre sus finos tallos y mi madre recogía hierbas que servirían para aderezar la cena de esa noche. 

  Algunas tardes era tal el deseo de jugar que dando un gran bocado al pan, dejábamos la dulce merienda para después, mientras que las hormigas, trabajadoras y laboriosas incansables, daban buena cuenta de ella, de modo que cuando volvíamos encontrábamos un ejército de hormigas envolviendo lo que antes era el chocolate y, un reguero de migas de pan desplazándose lentamente, semejante al que deja la leche materna en la comisura de un recién nacido.

   Cuando ésto le pasaba a algunas de mis hermanas o a mí, inmediatamente sabíamos lo que teníamos que hacer: compartir la merienda con ella y acoger su frustración para entre todos disiparla con bromas y risas.

  Afortunadamente, aunque los años han pasado para todos, esa relación de hermandad y amistad sigue con nosotros. Por eso cuando en la escombrera de piedras desdeñadas (en Villanueva del Duque, Córdoba) apareció el fragmento de granito verde: verde Esperanza, verde Jesús, verde Carmen y verde María Jesús y fueron ellas las que insistieron en que lo eligiera como el principio de una nueva escultura.

   Alcancé la piedra, la cargué en el coche y nos pusimos en marcha. Con el calor, las ventanillas estaban bajadas de forma que el viento se colaba por ellas despeinándonos el alma, mientras la telaraña de colores que une unos pensamientos con otros se hacía más densa, trasladándonos a alta mar, como si el coche fuera un velero cargado de amor, hermandad, aprecio, lealtad.... mientras, en la radio como un susurro premonitorio sonaba la canción "son mis amigos" de Amaral, la cual desde entonces es una de mis favoritas.