LA ROSA Y LA ABEJA

30.05.2016

  Este año la primavera había sido pródiga en lluvias y el viento suave y apacible se dejaba sentir entre las hojas de los árboles y plantas que habitaban aquel jardín. Las flores multicolores maquillaban la tierra como si de una mujer hermosa se tratara : alelíes, alhucemas y anémonas le cubrían el rostro, rosas asalmonadas daban color a sus mejillas, los labios aparecían formados por múltiples pétalos de geranios y tulipanes rojos, entre los que asomaban las manzanillas, sonriendo, mostrando todos sus dientes. Los narcisos darían color a sus ojos y las hortensias vestían de azul su mirada. Los árboles frutales representados por sus dos mejores especies          (almendras dulces y amargas, ciruelos amarillos y rojos, higos rojos, blancos y verdes, así como múltiples variedades de naranjos, manzanos o limoneros y parras ), vertían sus ramas a modo de cabello, donde sus frutos los adornaban formando una suculenta diadema.

Bajo todo ese espectáculo de color y olores embriagantes, había una colmena donde todos sus habitantes vivían y trabajaban laboriosamente para mantener la comunidad. Cada mañana antes de realizar su vuelo los pequeños y tiernos aprendices movían sus delicadas y transparentes alas hasta que elevándose sobre el suelo iniciaban una salida sobre el majestuoso jardín. 

  - aquellas son las petunias, las violetas las azucenas; allí los jazmines, los jacintos, los tulipanes, más allá las gardenias, las glicinias ... - les decía su sabio instructor - Con todas ellas podréis elaborar un delicioso jarabe al cual los humanos llaman mil flores.
  - con estas otras como el romero, el tomillo, el pino, el naranjo o el tilo, podréis elaborar una dulce melaza que os aliviará en caso de malestar o agotamiento, aunque nunca debéis olvidar que no podéis posaros sobre la flor que os da el néctar.

y así, día tras día, las pequeñas abejas iban aprendiendo su oficio.

  - hoy la clase será de baile. Aprenderemos a comunicarnos a través de éste: Así, si la danza es en horizontal o en vertical, indicaremos la ubicación de la fuente de néctar. Para indicar distancias inferiores a 50 metros, bailaremos en círculo. Y si la distancia es mayor, lo haremos en forma de ocho, recordando que con esta forma también indicaremos la dirección.
  -Además hay que recordar que cuanto más dulce es el jarabe, más vivos y largos deben ser los bailes.

Al terminar la clase teórica, las abejas comenzaron a aplicar lo aprendido entre gritos, risas, choques y alborotos. Parecía más un divertido juego que no la falta de destreza que aún no poseían.

  Una tarde en la que las nubes iban desapareciendo rápido después de aliviar su tormentosa carga, el jardín abrió todo su esplendoroso contenido, recuperando poco a poco su mezcla de aromas y de brillantes colores. Aunque era tarde el instructor salió con su inquieto grupo de aprendices deseosas de recolectar el rico contenido floral. Cerca de la zona de los rosales, entre las hiedras y la madre selva, un intenso aroma era desprendido por varias plantas de flores acampanadas en cuyas copas ahuecadas e invertidas unas, y enhiestas otras , el viento las hacía resonar olorosamente ante la salvaje competencia floral, al igual que sus hermanas de bronce son tañidas para llamar a la oración y al recogimiento.
Una de las abejas impulsada por la necesidad de llenarse los pulmones de aquel aroma, se acercó suavemente para no agitar las flores acampanadas y así poder envolverse totalmente de él. Sin embargo, contrariamente a las indicaciones de su instructor, la abeja se posó sobre uno de los pétalos, haciendo que éste se volcara como si fuera un resorte, vertiendo toda el agua recogida de la tormenta sobre la abeja. Esta cayó precipitadamente sobre algo tierno, suave y cuya luz estaba atenuada como por un ligero manto blanquecino.

  Intentó salir pero aquello sobre lo que había caído era como un laberinto, una capa sobre otra que no llevaba a ningún lugar, de paredes altas y redondeadas y una especie de chimenea por la que un suave rayo de débil luz se colaba. Allí permaneció tres días en los que descubrió sonidos que nunca antes desde la acolchada colmena hubiera imaginado: el balanceo de los túneles de rosales y bugambilias con sus flores recién abiertas; la lucha sonora de gorgojeos en las alturas de la arboleda; el salpicar de los peces que colean inquietos en el estanque; el rumor de los surtidores que al caer las miles de gotas como blancas perlas cantan a coro al aire entre otros.
   Durante esos tres días, se había acomodado al reducido espacio aunque había notado casi imperceptiblemente cómo éste se iba agrandando, hasta que al tercer día, tanto las altas paredes como la chimenea se abrieron nuevamente a la contemplación de la vida, como si se tratara de las puertas de un gran palacio en cuyo interior se atesora lo más preciado del reino, en este caso el perfume de la rosa anaranjada, dulce, floral, fresco, un perfume que se exhalaba por los poros de sus pétalos de matices únicos.  

  Al verse liberada, la abeja aún embriagada y aturdida por su cautividad, se elevó todo lo que pudo y una vez consideró que podía estar a salvo miró hacia abajo y pudo contemplar un espectáculo único: una única rosa anaranjada de grandes pétalos descansaba sobre el centro de una mesa y un gato de color canela cautivado por su belleza la contemplaba extasiado.