LA PESADA CADENA

17.12.2017

  Quién necesita ser un eslabón fuera de la cadena?, ¿Quién rompería esa unión?. Quizás, ¿la fuerza de la desesperación con la que en algún momento de nuestras vidas se toma conciencia de que la cadena de la que formamos parte, es disonante con el engranaje de nuestro ser?       Hay situaciones en las que uno se encuentra fuera de lugar, sin embargo permanecemos ligados a esa situación o a esa circunstancia, en muchos casos, por comodidad, por inseguridad, por temor o por falta de convicción o verdadera fé en nuestra empresa, lo cual, unido a la ignorancia, se traduce en falta de recursos y poca iniciativa. Tan sólo los valientes, audaces y decididos son los que conseguirán liberarse poco a poco de esas cadenas. En los tiempos que nos toca vivir, las cadenas invisibles a las que estamos unidos simplemente por haber nacido en las coordenadas geográficas en donde nos encontremos, aunque adornadas por dorados eslabones, entre otros, son el consumo (como compensación emocional), los malos hábitos, la imagen exterior, la necesidad de alcanzar el éxito fácil, de adquirir popularidad, status, seguidores en las redes sociales etc. Todo ello nos sigue encadenando un día tras otro y en ese espejismo de libertad el hombre piensa que cuenta con un total control sobre sí mismo. Sin embargo la realidad, es que cualquier estímulo del exterior puede desestabilizarlo. 

   Pero, ¿cómo podemos estar por encima de los estímulos del exterior? No existen fórmulas mágicas, sin embargo sí tenemos herramientas a nuestro alcance como por ejemplo, la voluntad, el conocimiento, la disciplina y el autodominio. Todas ellas se encuentran en nuestra mano, sólo necesitamos el entrenador o el auto-entrenamiento adecuado al cual llegaremos desde el conocimiento, adquirido a través de la información, hoy día al alcance de todos. La necesidad de libertad o de liberar más tiempo para invertirlo en lo que de verdad amamos, nos lleva necesariamente al desarrollo de la voluntad. El hombre aunque goza de independencia y autonomía en muchas ocasiones se ve obligado a escoger lo apremiante por encima de lo que es justo. Sin embargo gracias al entrenamiento de la fuerza de voluntad seremos capaces de identificar qué es lo correcto en cada momento, es decir nos permitirá acceder a vivir o alcanzar la vida que imaginamos en vez de aceptar la vida que llevamos.

   ES VERDAD QUE AQUELLAS TIERRAS NUNCA ...

   Es verdad que aquellas tierras nunca habían sido productivas, un año tras otro se sembraban pero la cosecha nunca se recogía puesto que bien por las heladas, los años extremadamente secos o las riadas estacionales del Arroyo del Algarbe muy próximo a ellas, las semillas eran borradas de la tierra una y otra vez. La persistencia de los sucesivos dueños era loable, porque cada año eran sembradas con la misma ilusión y esperanza de que las heladas o las lluvias de primavera no acabaran con ellas. Tanto cambiaron de dueño, que los más ingeniosos de lugar tras la visita de las musas y la ingestión de unos seis medios de vino les llegaron a llamar las tierras de la falsa moneda, como decía la canción, "que de mano en mano van..." Con el transcurso de los años, por ellas fueron pasando todo tipo de aperos y máquinas de labranza desde el arado romano a los pesados tractores y en contadas ocasiones, desde la afilada hoz, hasta las cosechadoras más modernas. Todo se fue abandonando, lo primero la fé y la esperanza y después, la fuerza y la confianza que acompaña a la juventud.                                                         Las tierras dejaron de sembrarse, se vendían unidas a un lote de tierras muy fértiles y eso hizo que, al menos, se siguieran usando gracias a que muy próximo al camino había un pozo, de gran boca negra con dos o tres pilas de piedra dorada y de brocal redondo, primero como abrevadero para las bestias y de alberca para los hombres más atrevidos, y posteriormente, cuando la fuerza animal se fue sustituyendo por la mecánica, las tierras acogieron en muchas ocasiones las máquinas que indolentes esperaban ser reparadas. 

  Habían transcurrido casi setenta años desde el nacimiento de esa niña de ojos grandes y trenzas doradas. La cuarta de cinco hermanas y tres hermanos, una gran familia, donde nunca se llegó a sentir el bocado del hambre, ni de la cultura, aunque sí el de la libertad ante la imposición de rituales y obligaciones establecidas, únicamente para las mujeres. Por azares del destino esta tierra llegó a sus manos, manos creadoras de los más preciados y cotizados bordados, con los que llegó a amasar una importante fortuna, gracias a su sabia administración y buen hacer. Nuevamente, como dueña de las tierras se sentía obligada a sembrarlas aun sabedora de la mala " fama" de las mismas. sin embargo, toda su vida había sido un constante resurgir. Tras una y otra caída, tanto en lo laboral como en lo familiar, se levantaba con el coraje, la persistencia y la voluntad necesarias para continuar con el propósito que en ese momento se había establecido. Y así actuó nuevamente ante las improductivas tierras. En esta ocasión, primero limpió el lugar de toda la maleza y restos de maquinarias y de hierros viejos y oxidados donde destacaba un pequeño montículo formado por eslabones de cadenas que habían servido para distintos usos agrícolas. Tan sólo un pedazo mantenía unido sus eslabones formando una pequeña cadena, la cual conservó sentimentalmente, a modo de unión con el pasado. Lo demás, fue vendido al peso al desguace más cercano. 

 Tras la limpieza del lugar, cerca del arroyo creó un muro de grandes piedras que frenaran las posibles crecidas del arroyo cada vez más infrecuentes, puesto que con el paso de los años, la sequía , al igual que los días se agrandan sin ser detectados al pasar el mes de Diciembre, avanzaba sin ser percibida. Los años eran cada vez más secos. Nuevamente las tierras se araron y se volvieron a sembrar. Las lluvias entonces aparecieron pero justo para saciar la sed de la tierra rica en limos, como si fueran las fértiles tierras del Nilo, lo que hizo que las doradas espigas granaran adquiriendo un tamaño cual si fueran pequeñas mazorcas de maíz en miniatura, recogiéndose no sólo ese año, la mayor y mejor cosecha de trigo de toda la comarca.