EL ROSTRO ANTROPOMORFO Y LA AUTENTICIDAD

07.12.2015

   Qué diferencia existe entre una copia y algo auténtico? Diferenciar lo verdadero de lo falso nunca fue sencillo. A lo largo de la historia del arte este asunto ha traído de cabeza a muchos directores de museos, conservadores y casas de subastas, pues en ello iba su credibilidad ya que la compra de toda clase de obras de arte ha supuesto siempre una sólida inversión, si consideramos que su revalorización aumenta constantemente.
 En el arte tradicional se ha valorado siempre el que cada obra fuese un pieza única salida del artista. El contacto personal y directo del creador con la materia, su impronta y su gesto la transformaban en algo único y la convertían en arte. Hoy día la obra suele estar elaborada por un equipo de trabajadores, de forma que cada pieza se puede replicar infinidad de veces y lo que supone la diferencia con el original es sólo la firma del autor. El hecho de copiar a otro autor puede ser un referente que estimule nuestra creatividad, y convertir en obra propia lo copiado siempre que se aporte un toque de originalidad.                                                                                  Aunque por otra parte, ¿al copiar, qué estamos aportando? A nivel general nos es más fácil tener un referente que partir desde cero y aunque nos resulte más fácil, podemos correr el riesgo de no pensar y por lo tanto reducir nuestras dosis de creatividad.                                                                    La creación en su sentido verdadero, no es reunir o copiar unas cuantas cosas y producir algo novedoso, sino que es la proyección de un impulso vital que tiene su arraigo en la intuición, la experiencia vital del autor y en la belleza.

A menudo, el pensamiento o la primera idea que asalta al creador de una pieza artística no es más que la copia o deformación de otras formas preexistentes ya en la naturaleza. La repetición de las figuras geométricas básicas o de las cinco figuras universales (círculo, líneas que se cruzan, triángulo, cuadrado y espiral) conforman el mundo que nos rodea, tanto el natural, como el creado por el hombre y lo que los diferencia es la combinación de esas formas y la intención de las mismas.

  Muchas veces nos descubrimos a nosotros mismos pensando, diciendo y haciendo cosas que no sentimos. y es entonces cuando cabe preguntarse,¿somos copia o somos auténticos?, ¿ Estamos viviendo la vida que queremos o estamos viviendo del modo en que los demás nos sugieren?, ¿Sabemos quienes somos y a qué lugar pertenecemos? la autenticidad de una vida puede medirse por el número de veces que uno da las gracias por todo lo que tiene ( poco o mucho ) , porque puede emocionarse, por el suelo que pisa, por la gente que conoce, por lo que se aprende en cada ocasión, por cada pequeño placer cotidiano, por cada lágrima sentida,... y en definitiva por tener la capacidad y ser consciente de sorprenderse y emocionarse constantemente. Por eso desde aquí te pregunto ¿eres copia y estás viviendo la vida de otros o eres auténtico y estás viviendo la vida según tus propios principios y valores manteniendo vivos parte de tus sueños primigenios?

  La obra que hoy presento es una copia de un fragmento de origen íbero encontrado en la ladera norte de Cerro Boyero ( Valenzuela, Córdoba ). El original, apareció fragmentado conservándose sólo la mitad izquierda y actualmente se encuentra depositado en el Museo Arqueológico de Alcalá la Real ( Jaen )." El Boyero " como a sí le llaman al relieve encontrado, se ha convertido en el icono de Valenzuela, localidad muy cercana a Porcuna de cuyas canteras procede esta piedra y en la que se han hallado numerosos restos escultóricos de origen íbero y romano. El rostro de Boyero se cree que representa a un dios protector de los espacios sacros y vigía de ultratumba con el fin de proteger el recinto funerario y a sus ocupantes de los malos espíritus.

  Noviembre se acercaba y su cumpleaños también. Cincuenta años, la edad de la clarividencia, donde la razón , la experiencia y el peso de la vida, a menudo borran y superan la capacidad de espontaneidad y de sorpresa. Los cincuenta, la madurez de la juventud y la juventud de la vejez. Sin embargo sabía que se sorprendería y emocionaría con este regalo. Lleva 20 años cuidando de la salud física, emocional y mental del pueblo que lo vio nacer, no hay familia que no confíe en él cuando los malos humores de la enfermedad aparecen. Don Juan, San Juan y Don Juanito para las abuelas que lo han llevado de la mano, y lo han visto crecer. Su mente inquisidora, curiosa e insaciable hace que no se detenga ante la duda . Su inteligencia y su sentido común ahuyentan como haría un chamán los malos espíritus de la enfermedad y al igual que el boyero, sigue protegiendo y defendiendo a sus habitantes de los malos hábitos que invocan irremediablemente a la enfermedad.

 Nota: Este relieve está dedicado a Juan Montilla Luque, la persona más generosa, vocacional y pasional que me acompaña en mi día a día y cuya entrega desinteresada, ha ayudado a crecer y formar no sólo en salud, a todo un pueblo.