EL GALLO BRINQUITO O EL ENDIOSAMIENTO.

10.04.2014

  Hay personas que creen ser dioses, los reyes del gallinero, tienen un deseo desmedido por sobresalir, sentirse distinguidos y admirados.Y es que saben que con su personalidad endiosada no pasan desapercibidos. Sus modales son artificiosos y estudiados y centran su vida en querer impresionar a los demás, llegando al menosprecio, avasallamiento, al desaire y la grosería. Pasan su vida intentando subir al podio del Olimpo ( morada de los dioses griegos), sacrificando la espontaneidad y la frescura que conlleva vivir día a día una vida de sencillez y de servicio a los demás. Son personas que han convivido durante años con una autoestima baja, ajada y dolorida. Todo lo contrario de una personalidad sencilla y natural, sin adornos ni artificios donde disfrutar de los pequeños detalles los lleva al logro de una vida plena e intensa.


     La piedra estaba oculta entre la hierba y recortes de fragmentos de mármol y granito, que servirían para formar la solería entorno a una piscina que ya estaba construida. A su alrededor todo era un cuidado y concienzudo desorden: por un lado, hierros, chapas y puertas arrumbadas, junto a una casa aún en construcción, sacos de cemento, arena amontonada y ladrillos en espera de ser usados, la leña de las encinas recién taladas esperaba caótica ser apilada, un gallinero construido con malla metálica y listones de madera de lo que fueron antiguos muebles esperaba su capa de pintura, todo ello bañado por la luminosidad y la transparencia del sol de abril.

Sin embargo, un lugar aparecía ensombrecido gris y triste, abandonado hasta por el calor del sol: dos o tres lápidas grises, cruces de granito, algunas fragmentadas por el tiempo y alguna que otra verja rodeando una lápida aparecían amontonadas como si sus moradores cansados de su eterno descanso, se hubieran precipitado sobre la vida nuevamente. Este escenario era eso, parte de el decorado de la película " El libro de las aguas " ( 2008 ) , basada en la novela de su mismo nombre, del escritor Alejandro López Andrada y en la cual el dueño del lugar "brinquito" había colaborado en su realización.                  Al levantar la mirada contraída, sentí un soplo de vida que provenía de un alocado y alborotado rincón, donde no sólo estaba el petirrojo de ojos llorosos y húmedos del cementerio que aparece en la novela, sino multitud de aves a cual más rara, curiosa y singular y donde entre ellas destacaba a contraluz la figura recortada de un gallo majestuoso, que por su inmovilidad parecía una veleta siempre de cara al viento, anunciando la mañana y la consiguiente salida del sol. El gallo, protector vigilante y defensor valeroso, al que se le atribuye simbólicamente el poder de la luz frente a las tinieblas, nos recuerda que en su interpretación esotérica y metafórica más profunda, el ser humano no hallará nunca su reposada verdad mientras continue endiosando su personalidad.




 Esta escultura está dedicada a mi hijo Juan, un alma blanca que se supera día a día .  

Nota : Mi agradecimiento a Gabriel leal ( Brinquito ) por su generosidad.