EL CARTABÓN

29.03.2015

  Sobre la vieja mesa de madera aparece el gran cartabón, desmochado y protegido su vértice apical por una especie de capuchón o caperuza que le prolongue su uso calculado. La suave y brillante terminación de la escultura, así como su forma triangular (triángulo rectángulo escaleno, donde ningún ángulo es igual) y el frío granito del que está hecho,  nos rememora al Antiguo Egipto, cuna del conocimiento geométrico, especialmente aplicado al estudio de los triángulos y cuya prueba notable son la arquitectura monumental de la III Y IV Dinastía. Aunque no hay que olvidar también que dominaban el cálculo de volúmenes, áreas y longitudes, cuya finalidad era eminentemente práctica, por ejemplo para calcular la dimensión de las parcelas de tierra inundada anualmente y reconstruirlas en los meses siguientes.

  El triángulo se considera la representación gráfica del tres, número de gran carga simbólica que suele aludir a la perfección y al orden y generalmente es asociado con las divinidades creadoras y a la interpretación básica del mundo en muchas culturas: las tres fuerza creativas, positivo, negativo, neutro; los tres niveles del mundo, celeste, terrestre, infernal; y todas las trinidades metafísicas ( Osiris, Isis, Horus; Brahma, Visnú, shiva...). El triángulo equilátero (en este caso formado por la unión de dos triángulos escalenos ) para los pitagóricos expresaba o aludía en cada uno de sus lados a una cualidad , que debían ser las tres actividades básicas del hombre: la Verdad, la Belleza y la Bondad. La Verdad preside la ciencia; la Belleza el arte y la Bondad o amor, la mística. Otra identificación frecuente de los triángulos ha sido la representación de la unión armónica de los grandes principios duales que organizan el mundo, como por ejemplo símbolo de género (femenino / masculino) o alusiones a lo terrenal o a lo celeste (fuego / agua ), o al principio activo o al pasivo ( espada / cáliz ) según apunte la posición del vértice. Lo que si es cierto que la combinación simbólica de ambos es lo que origina el conocido símbolo del sello de Salomón, estrella de David o hexagrama, como dinámica de evolución.

  Toda regla, escuadra o cartabón suele venir con graduaciones de diversas unidades de medida ( mm, cm, dm y pulgadas ) las cuales son la base de una simbología que persigue el seguimiento de las normas establecidas y de la rectitud:



 En contra posición, cuando la escala va dirigida de derecha a izquierda aparece hasta el número 11, donde el predominio de la parte derecha evoca a la creatividad, la intuición y la imaginación y su valor numérico 11, está relacionado con la superación de la perfección que representa el diez, eliminando la armonía que se había conseguido con éste. 

  Para muchos, representa el gran esfuerzo que se realiza ante un gran reto rompiendo los obstáculos que se presenten, aunque muchas veces violentamente. Es la antítesis de la paciencia, por lo que se relaciona con la violencia y la impulsividad. Desgraciadamente este número está ligado a la historia humana ( como si alguien insistiera en que apareciera en eventos de escala global ), con hechos que conllevaron mucho sufrimiento: el 11 del 11 a las 11 de la mañana se dio el cese al fuego en la Segunda Guerra Mundial; en 1972 el 11 de sept. durante los Juegos Olímpicos en Munich once israelitas fueron asesinados por los terroristas; en 1973, el 11 de sept. el presidente chileno Salvador Allende muere en un golpe de estado militar, encabezado por el general Augusto Pinochet; el 11 de sept. del 2001 se desplomaron las dos Torres Gemelas, y el primer avión en hacer impacto fue el vuelo 11 de American Airlines. Además las torres son físicamente un once. El ataque terrorista de Madrid también ocurrió un día once y murieron 191 personas, cifra que también suma once. Otra fecha importante relacionada con el 11 fue el 21de diciembre del 2012 (su suma es 11) a las 11:11 fue la hora señalada para un cambio en la conciencia planetaria coincidiendo además con el solsticio de invierno.

 

En esta escultura la numeración de la escala no está elegida al azahar : de izquierda a derecha aparece hasta el número 12.
Tanto la dirección como el valor del número están ,íntimamente relacionados con el desarrollo calculado de la vida humana ya que el predominio de la izquierda alude a la racionalidad, la lógica, la matemática, y el valor numérico 12, esta muy relacionado con la perfección ( doce veces 30 grados forman los 360 grados de una circunferencia ) y el desarrollo cíclico espaciotemporal: el cielo concebido como una inmensa cúpula se divide en 12 sectores, correspondientes a cada uno de los doce signos del zodíaco; 12 meses tiene el año para muchas culturas y las horas en las que se divide el día y la noche también son doce. Una breve mención a la importancia que tiene este número en la tradición judeocristiana como número de totalidad y perfección absoluta: doce los hijos de Jacob, doce las Tribus de Israel, doce los apóstoles, doce las veces que Jesucristo apareció después de su muerte, doce las puertas de la ciudad de Jerusalén y doce los ángeles que las guardarán según el apocalipsis.




Sin embargo para otras culturas como la asiática y la africana el número once tiene otra interpretación carente de tanta negatividad: Es la suma perfecta del cinco y el seis, símbolos del micro y del macrocosmos, de la tierra y el cielo respectivamente, haciendo del 11, sobre todo la cultura africana, su número sagrado por excelencia, identificándolo con la plenitud de los ciclos vitales.


   NO SON BUENOS TIEMPOS PARA LAS INVERSIONES INMOBILIARIAS...

  No son buenos tiempos para las inversiones inmobiliarias, sin embargo la adquisición de la casa aledaña a la nuestra nos vendría muy bien. Durante al menos un año la vieja casa sirvió como trastero, almacenando allí todo aquello sin lo que podemos vivir pero que de alguna manera se pega tanto al alma que es difícil separarse de ello. Pero fue también un estímulo para la imaginación, sus habitaciones desnudas y frías, sus anchos muros desconchados, la gran ventana del salón, cuyas contraventanas apenas se abrían, y por las que se colaba el sonido del viento haciendo que apretáramos el paso no vaya a ser que las vivencias de años acumuladas allí nos salieran al paso.

  Un lugar parecido, me acompañó en mi infancia: la camarilla o doblado, situado en la parte superior de la vivienda y usado para depositar allí maletas, baúles y todo tipo de cacharros ! un lugar maravilloso para jugar y entretenerse¡ El suelo coincidiendo con las bóvedas del techo de la planta baja, aparecía empanzado haciendo de él un improvisado tobogán o deslizadero, y la estancia iluminada únicamente por un transparente rayo de sol vespertino que entraba por un ventanuco, al que se le quitaban las puertas para evitar que la humedad se acumulara, se convertía por unas horas en la torre del homenaje del castillo y desde la cual, junto con mis hermanas, esperábamos a las posibles victimas para aliviar su calor con una rociada de agua.

  Lástima que no pudiéramos visitarlo con más frecuencia, pues no existía escalera de acceso como tal , sino una escalera de madera que servía para todo: para el pajar, para la cuadra, para encalar... Vagamente recuerdo a qué había subido mi madre a la camarilla esa tarde, lo que si es cierto que al ver la escalera colocada no me lo pensé y ascendí por sus peldaños sin aliento, como quien sabe que la oportunidad o la ocasión aparece sin avisar y por poco tiempo. Mientras ella movía cajas de un sitio a otro, yo para ayudarla las abría y miraba el contenido. De muchas de ellas ya sabía lo que encerraban por anteriores incursiones, pero siempre me había llamado la atención una especie de maleta con bisagras, asa de cuero y cerrada por un candado, imposible de abrir.

  Me contaron que la maleta había sido depositada allí hacía años, tras la jubilación de mi abuelo paterno como capataz minero en un país africano. Ante mi insistencia y testarudez, mi madre abrió la maleta y yo encontré lo que muchos años después sin sospecharlo, formaría parte de mi día a día. Ante mí aparecieron multitud de herramientas: martillos, cinceles, punzones, piquetas, plomadas, un compás enorme y del mismo tamaño, varios instrumentos metálicos, todos ellos para medir, envueltos en papeles de periódico para evitar que la humedad los dañara.

  Entre ellos destacaba uno especialmente abultado y en cuya envoltura coincidiendo con el mensaje de un anuncio aparecía la palabra " confía ". Por supuesto en aquel momento, no supe entender el mensaje, si es que lo era. Mi mente sólo se concentraba en separar las finas cuerdas y las numerosas hojas que envolvían, a modo de crisálida un plateado y desgastado cartabón.